lunes, 24 de mayo de 2010

Los nuevos sistemas operativos


Los nuevos sistemas operativos
Ya experimentamos un salto muy grande al pasar de MS-DOS a las ventanas camufladas de Windows 3.1, aunque en realidad trabajábamos con el MS-DOS “escondido” detrás de esas ventanas. Fue un paso importante porque al usuario se le facilitó la tarea de comunicarse con el ordenador. Ya no era tan áspero el trabajar con algunas aplicaciones aunque lógicamente hubo que adaptar los antiguos programas para que pudieran funcionar correctamente en el nuevo entorno gráfico.

Nuestro gigante se dio cuenta que la “mina de oro” iría a pique si se dormía en los laureles por lo que a la vez que iba modificando y mejorando diversas partes de su sistema operativo iba creando una obligada relación de amistad con los fabricantes de hardware para que éste pudiera funcionar sin problemas en Windows y lo que es más importante, que cuando lo instaláramos en nuestro PC, lo hiciera prácticamente solo.

Al usuario de a pié se le facilitó la tarea de comunicación con su ordenador. Los componentes del ordenador iban mejorando: los microprocesadores eran cada vez más rápidos y más pequeños físicamente y las velocidades se iban multiplicando. Atrás quedaron esas grandes moles a las que estábamos acostumbrados.

Las memorias también fueron mejorando en rapidez y capacidad. Los discos duros dieron un salto olímpico, más capacidad, más velocidad. Y así, uno por uno, todos los componentes de nuestra caja mágica. Los sistemas operativos, al ir mejorando necesitan de estos avances, por lo que nos resulta difícil decir quién evoluciona antes, sí el software o el hardware. El uno se tiene que apoyar en el otro.

Todos estos avances llegan a convertirse en un círculo vicioso. Los nuevos sistemas operativos necesitan unos requisitos mínimos cada vez mayores para poder funcionar correctamente con lo cual el avance tecnológico queda obsoleto en poco tiempo y.... vuelta a empezar.

Nuestras necesidades informáticas también han ido cambiando en progresión ascendente. No podemos quedarnos atascados. Cada vez más se nos impone el ir actualizándonos. Cuando creemos que tenemos pleno dominio de nuestro ordenador, surgen nuevas necesidades y tenemos que actualizarnos. Los sistemas operativos van avanzando y nos adaptamos a ellos prácticamente sin problemas porque en nuestra pantalla los cambios son cada vez más atractivos, más persuasivos y más intuitivos.

Cada vez resulta más fácil manejar nuestra máquina. Pasamos del Windows 95 al 98, al ME, al 2000, al XP y ahora al Vista sin darnos apenas cuenta. Cada uno de ellos está basado en su antecesor pero con la condición de que los requisitos para que funcionen correctamente sean mayores.

En conclusión, somos nosotros los que vamos pidiendo un cambio de imagen y de nuevas posibilidades en nuestras pantallas. Nos han acostumbrado al cambio forzoso.